miércoles, 3 de febrero de 2016

VIOLENCIA DE GÉNERO.....INDETERMINADO.

Él se enamoró de ella nada más verla. Ella, figura frágil, estilizada; con su carácter jovial, alegre y siempre complaciente era un encanto para todo el mundo y se convirtió para él en algo más que una compañera ... amiga fiel siempre atenta a sus deseos.
Conviviendo los dos, bajo el mismo techo, se adaptaban perfectamente el uno al otro; casi siempre salían juntos a dar largos paseos y sobretodo los fines de semana iban al campo, donde ella era especialmente feliz. Cuando él llegaba de trabajar, ella acudía a recibirle a la puerta de casa con la mejor de las disposiciones para hacerle sentir cómodo y a gusto. Un día, algo cambió en él; ya no venía contento a casa ni entraba con alegría y a pesar de los esfuerzos de ella, él la rehuía y rechazaba las muestras de cariño que le dedicaba; ella sólo podía mirarle cómo se metía en la habitación perdidos sus pasos en el fondo del pasillo. Y es que él últimamente no hacía más que pensar en que ella no hacía caso a lo que él decía, en que no obedecía a lo que él ordenaba; se acabaron las muestras de cariño y las palabras bonitas hacia ella, se acabaron las sonrisas y empezaron las lágrimas ... la sangre del alma según dijo San Agustín; se acabó el amor y empezaron los golpes, las patadas y los gritos, a cada puñetazo ella respondía entristeciendo la mirada ... agachando la cabeza quería esquivar el dolor. En una ocasión las agresiones llegaron al punto de tener que ir a la clínica, donde preguntaron qué había pasado, a lo que él alcanzó a responder que había sido atropellada por un coche que se había dado a la fuga, mentira, pero ella no podía decir nada. Ahora cada vez que ella oía las llaves en la puerta le invadía el miedo y el temor y no quería más que correr y esconderse lo más hondo de la casa, como si eso la fuera a salvar de otra tanda de golpes con cualquier excusa que buscara y encontrara él.
Una tarde de un frío Febrero lo vió preparar una mochila, la que cogía cuando se iban al campo, y y un casi olvidado brillo de felicidad se asomó a sus ojos; después de tanto tiempo oyéndolo dirigirse a ella con voces e insultos, le sonó a música celestial la indicación de él de que viajaban al pueblo; durante el trayecto no se oía nada más que el solplar del aire en los cristales del coche y ella intentaba sin éxito adivinar los pensamientos que él envolvía en su silencio. Llegaron casi anocheciendo y dedicaron las últimas luces del día a uno de esos paseos que tanto gustaban a los dos, entre olivos viejos, encinas rechonchas y álamos altivos. De pronto, él paró su caminar en seco y de un fuerte y certero golpe en la cabeza la dejó aturdida; cuando pudo darse cuenta de algo, ya colgaba de la rama de uno de esos antiguos olivos ... el sol se escondío para no tener que mirar ... y mientras ella notaba cómo le ardía la garganta con el roce de la cuerda que él había metido en la bolsa, la mochila de los paseos, y poco antes de apagar el brillo de su mirada, acertó a saber lo que él estaba pensando y supo el por qué de aquel cambio de comportamiento y de su maltrato hacia ella ...

... a él, un cazador experimentado, ya no le gustaba cómo cazaba la perrita.


El origen de este pequeño relato de debe a mi rechazo a la expresión VIOLENCIA DE GÉNERO como genérica en sí misma, valga la redundancia; es decir, por sí sola no significa nada. Sí existe la Violencia de Género MACHISTA, o la Violencia de Género ANIMAL como es el caso del relato, o la Violencia de Género RACISTA, etc ...
Un poco más de rigor a la hora de dar noticias o publicar comentarios en referencia a toda clase de violencia, por favor, señoras periodistas y señores periodistos ( esto merecerá otra entrada en el blog ), señoras presentadoras de televisión y señores presentadores, señoras guionistas y señores guionistos.